La Biblia es la única y
suficiente Palabra de Dios y autoridad teológica, es toda la Palabra de Dios. No
existe el rito o poderío que pueda modificarla, alterarla. La mutilación del
segundo mandamiento del decálogo fue un crimen. Fuera de ella nada trascendente
hay. Es el depósito escrito y revelado de toda verdad, de la única verdad y luz.
La sensatez señala de inmediato que los textos son sobrenaturales, primer
argumento de su divinidad. La Escritura estampa el pensamiento expreso e
inmutable de Dios, y en ella se registran su plan y propósitos, su obra
redentora y amor. Ninguna sabiduría humana accede al Creador. La Biblia es
infalible, normativa y final, de principio a fin, y su autor intelectual y
supervisor es el Espíritu Santo, por eso es inspirada, transformadora e
inenarrable. Los hagiógrafos o escritores sagrados fueron instrumentos fieles
del Autor. El precepto es hundirse en
los Textos Sagrados, de donde emanan la vida eterna, la sabiduría, la paz y la
felicidad. Escudriñar la Palabra con reverencia y devoción es un mandamiento
del Nazareno. La Escritura es la brújula del alma, de la purificación, la revelación
plena de la voluntad del Dios Todopoderoso de todo lo que el hombre necesita
saber.
Mateo 24:35; Isaías
40:8; 2 Timoteo 3:15; Lucas 4:4; Juan 5:39
EVANGÉLICO SOY
twitter.com/evangelico_soy
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