Cristo, el Cordero de
Dios, murió por nuestros pecados y tenemos redención por su sangre derramada en
la santa cruz. Él cargó con todos nuestros pecados, enfermedades y
sufrimientos. Cuando el Padre nos mira a través de la cruz somos inocentes, por
su gracia. La cruz es la autora de la salvación eterna y entonces el hombre
caído se reencuentra con su Creador. El camino al cielo está abierto para
todos. Fuera de la sangre preciosa no hay salvación.
1 Corintios 15:3; Hebreos
5:9; Juan 1:29
EVANGÉLICO SOY
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