Haciendo
uso de su libre albedrío Adán tomó la trágica decisión de desobedecer a su Creador.
Residía en el paraíso y mediante el pecado original o primero cruzó un puente
que lo incrustó en el reino de las tinieblas, que no conocía, extraviando a
toda la raza humana, ahora totalmente depravada. El pecado separa al hombre de
Dios, el arrepentimiento sincero lo vuelve al redil. Sin excepción, todo ser
humano necesita redención. La paga del pecado es muerte, condenación eterna,
sin vuelta atrás. El pecado es errar el blanco, y es altivez y obstinación,
primeramente. Todos somos pecadores y sin Cristo todos estamos perdidos. El
puente de vuelta al reino de Dios se llama Jesucristo, el segundo Adán. La
salvación es personal. El ser humano tiene una inclinación natural al mal, a
pecar. Necesita restauración, mediante el camino de la salvación. La libertad
consiste en ya no ser esclavos del pecado, por medio de la santa cruz. En un
proceso extenso, que dura la vida entera, el Espíritu Santo nos santifica. En
el pecado no hay paz ni felicidad. El infierno eterno espera al irredento, al
que rechaza el llamado del Salvador.
Génesis
3:6-7, 17; Mateo 7:23; Apocalipsis 21:7-8; Romanos 6:23
Génesis 3:16-17
6 Y vió la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable á los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dió también á su marido, el cual comió así como ella.
7 Y fueron abiertos los ojos de entrambos, y conocieron que estaban desnudos: entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.
EVANGÉLICO SOY
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